la fotocopia feliz del edén

Aquí estamos. Bienvenidos. La idea es simple. Los autores de este sitio nos paseamos por la vida viendo lo que todos ven. Tenemos la suerte o la virtud o la obligación de registrar eso que nos asalta la vista. Lo hacemos con un lente o lo hacemos escribiendo. Dejamos el producto de nuestra exploración aquí expuesto. Ya sea que te guste o no lo que ves, gracias por la visita. Las fotos se irán rotando arbitrariamente según el criterio del selecto equipo. Mirar es ahora o nunca.

31 mayo, 2006


Acá estamos, otra vez en pie, ya no caídos. Dando la cara. Sacando adelante cada maldito día. Pero bien. Ante la violencia extrema del agresor, se opone la fuerza incontrolable de la imagen. Por eso estamos acá, por eso seguiremos estando. La idea declarada de este blog es ir desnudando cada cara de la ciudad y la vida esta que nos toca. Lo del 30 de mayo fue viajar a un pasado que no nos interesa volver a visitar. Entonces, lo que nos queda es oponer contra esa turbiedad nuestro empeño desatado para seguir con la cabeza en alto. ¿Sangramos? ¿Nos duele? Es el precio, y lo pagamos. ¿Molestamos? ¿Alegamos mucho? Esa es la idea: despertar a los dormidos. Es nuestra pega, es difícil, podría ser mucho mejor, pero nos gusta. Peor para el gusano: estamos vivos.

(Hasta el momento, sólo habíamos publicado fotos nuestras, es decir, de Julio Castro y Fernando Fiedler. Y bien, ahora les tocó a ellos salir en la foto, la maldición del reportero que se convierte en noticia. Fernando es el que sangra, recién agredido. Junto a él, Julio increpa a los violentistas de verde, segundos antes de recibir sus palos. No hay mucho más que decir. Sólo un abrazo para los cabros, aguante, mucho aguante. Y también para todos los que trabajan en la calle en estos tiempos que se pusieron súbitamente “interesantes”).

Fotografía: gentileza La Tercera
Texto: Pablo Padilla
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Nuestra educación es un completo fracaso. Admitámoslo. Todos nuestros esfuerzos como país y como familias están, claramente, por los suelos. El cuidadoso plan de imbecilización masiva pareciera fracasar estrepitosamente. Los hacinamos en salas con 45 o más compañeros. Les pusimos frente profesores desmotivados, mal preparados y deprimidos. Les enseñamos con nuestro ejemplo el valor de le desidia, la indiferencia, el egoísmo, el “sálvese quién pueda”. Les pusimos como modelos a políticos corruptos y buenos para la coima, a ver si así entendían por dónde iba el camino para surgir en esta vida. Les explicamos con cuidado que hay que trabajar para vivir y no lo contrario. Los abandonamos en casas, colegios y calles, mientras nosotros, los padres, nos íbamos por 16 o más horas a trabajar para seguir pagando nuestra deuda eterna. No importa si ganamos 150 lucas o un par de palos. Era lo mismo. Los entregamos a la cultura televisiva (farándula, fútbol, intrascendencias de todo calibre), pero no fue suficiente. Ni el reggaeton ni el axe ni los realitys consiguieron el triunfo definitivo de la estupidez. Y acá están, demostrando la derrota de nuestro empeño educativo. Resultó que los chicos tienen opinión, entienden, negocian, ven el futuro que les legamos y no les gusta nada. Y, lo peor, quieren cambiarlo. Y lo quieren ahora. En verdad, estos niñitos se están pasando de la raya. Que alguien haga algo, por favor.

Fotografía: Julio Castro
Texto:Pablo Padilla
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Fumando espero o algo así. Por allá viene el futuro, con balizas, sirenas y chorros de agua inmunda. Viene el futuro, inaugurando malls, supermercados y palacetes a la moda. Viene el futuro, como siempre lleno de promesas, pero no sé si esta vez me va a invitar a subir. Fumo solo en mitad de la Alameda, segundos antes de la tormenta. La Alameda a medio abrir. De momento, fumo, sólo fumo.

Fotografía: Julio Castro
Texto:Pablo Padilla
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12 mayo, 2006


El vuelo de la silla, congelado, mientras la expectativa de catorce pares de ojos espera el nuevo movimiento, el golpe, la huida.

El niño capturado, (créanme: es un niño), ya no grita, ya no exige, quizás gime, quizás suelta unas disculpas para el policía.

Los agentes, blindados y verdes, se agazapan esperando el golpe del mueble volador.

Ese cielo todavía estaba despejado. El otoño parece que esperó a que amainara la revolución pingüina para atacar con su neblina. Mientras tanto, lo que había era sólo bruma lacrimógena.

Allá adelante, en el futuro de este niño detenido, ¿habrá algún cargo de gobierno como los que ahora ocupan los estudiantes de antaño?

Diputados, alcaldes, subsecretarios, tomándose sus liceos sin permiso de nadie, rompiendo el orden de ayer para construir su propio porvenir. Su porvenir que es el ahora, en el cual se sientan tras sus escritorios prohibiendo y condenando. Olvidando su propia juventud de niño detenido. Algunos, no todos; algunos, no todos: algunos, apenas algunos.

Mientras, la silla, congelada en el aire, no se decide a caer ni herir ni nada. Pareciera que un pájaro desprevenido se podría posar en ella, a esperar que pase la conmoción. O a que llegue alguna especie de futuro.


Fotografía: Julio Castro
Texto:Pablo Padilla
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11 mayo, 2006


Le seguimos los pasos al florista de la muerte.

El aroma se reparte por toda la ciudad.

Monedas, monedas, su propina es mi muerto mañanero.

Todos los trenes llevan hacia el cementerio, que no quede ni la menor duda sin sepultar.

Y, por favor, no corran, sobran carros para este viaje, allá viene el otro...

Fotografía: Fernando Fiedler
Texto: Pablo Padilla
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