la fotocopia feliz del edén

Aquí estamos. Bienvenidos. La idea es simple. Los autores de este sitio nos paseamos por la vida viendo lo que todos ven. Tenemos la suerte o la virtud o la obligación de registrar eso que nos asalta la vista. Lo hacemos con un lente o lo hacemos escribiendo. Dejamos el producto de nuestra exploración aquí expuesto. Ya sea que te guste o no lo que ves, gracias por la visita. Las fotos se irán rotando arbitrariamente según el criterio del selecto equipo. Mirar es ahora o nunca.

17 octubre, 2005


Los barrios se mueren pero nadie los sepulta. En vez de eso, llegan gentes silenciosas que van desguazando poco a poco los recintos donde antes se vivió, sufrió y trabajó.

Máquinas, muebles y hierros varios son llevados al pudridero de más allá, para ser pesados y transados. La memoria material de la ciudad se nos dispersa. Luego vendrán picotas y retroexcavadoras a sacar su parte. Cuando ni te acuerdes, ya habrá por allí algún otro barrio nuevo, profitando de este mismo sol que abre la puerta.
Es nuestra propia mirada la que se desarma entonces, esperando que el ojo sepa construir en las nuevas calles otra visión que nos dirija hacia la puerta amada, que aún no se construye.

Fotografía: Fernando Fiedler
Texto: Pablo Padilla
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14 octubre, 2005


El mono araña clava su mirada en algún punto bajo del planeta. Busca una escalera para bajar a las estrellas. Su jaula es una locura impenetrable, donde el sol a veces entibia y a veces cocina.

A ambos lados de la reja hay primates. El mono araña pareciera buscar algo en los zapatos de las visitas. El habla extraña de los seres que vienen a ver se cuela entre el tejido infame del metal que los separa.

A ratos, el mono araña explota en rutinas de desborde y gritería, como para mostrar qué tan salvaje puede ser. Luego eso se le pasa y vuelve a meditar. Los simios visitantes le arrojan el maní expresamente prohibido, pero aquí nadie entiende ni hace caso. El mono araña come calladito, el sol cae, los planetas se oscurecen, cada uno vuelve a su guarida entonces.

Fotografía: Julio Castro
Texto: Pablo Padilla
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