Los paseantes de los alrededores no logran alterar esta siesta paria. El peso del mundo vence a los que limpian las calles meticulosamente ensuciadas por sus compatriotas. Vence a los que podan, pulen, riegan, enceran, limpian o trapean. El sueño los pilla de improviso en cualquier pausa de su tarea. Mientras duermen, sueñan con cifras que dicen que su paísito, este mismo, crece y crece. Y cuando despierta, se sacude un poco las briznas de hierba de su pelo, se restriega los ojos, mira un poco y reconoce el paisaje. Verifica que nada ha crecido, todo sigue allí, del mismo tamaño de cuando se durmió: los edificios, las monedas de sus bolsillos, la gente que pasa a su lado ignorándolo y botando papeles. ¿Crecimiento? ¡Sueños, sólo sueños!
Fotografía: Julio Castro
Texto: Pablo Padilla
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