
Hay que detenerse ahora por un rato y olvidar lo que queda por hacer.
El bostezo nos mantiene vivos y oxigenados. El día es levemente oscuro a veces. Allá lejos, las borrosas figuras de los trenes pasan llevándose a los ajetreados en su fuga hacia el final del mes.
Un hambre leve sobrevuela este mediodía, y todos los viernes pasan de largo. La hora de después es infinita, pero al final la huida es grata. Corre el aire por allí.
No sé si el trabajo es bueno o malo para la salud, sólo me consta que es imprescindible.
Escuchen, entre medio, la mejor música posible. Duérmanse en sus laureles y despierten llenos de amor. Disfruten de las marraquetas. Y, por supuesto, ríanse bien fuerte.
Fotografía: Fernando Fiedler
Texto: Pablo Padilla
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