
En uno o dos minutos más, estas pintaditas damas, reinas aspirantes, desaparecerán, se irán en un torrente de música y aplauso.
Sólo quedará en el aire y en los ojos la vibración de sus sonrisas, las figuras que dibujen por los aires con sus cuerpos. Un aleteo frágil que a todos nos ayuda a volar un poco más allá.
Fotografía: Fernando Fiedler
Texto: Pablo Padilla
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